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La innovación va por dentro: dibuja el mapa genético organizacional

By on junio 29, 2019 1 951Views

Al igual que los seres humanos, las empresas son organismos vivos: nacen, crecen, evolucionan y hasta mueren. El concepto de evolución en la especie humana lo planteó Darwin hace más de doscientos años y lo sustentaba en la idea de que las especies que sobrevivían eran solo aquellas capaces de adaptarse a los cambios del entorno.

¿Estamos experimentando el darwinismo en nuestras organizaciones?

Lo cierto es que sí, porque si de algo no debemos dudar es de que hoy más que nunca la gran constante en el ámbito empresarial es el cambio. La tecnología y sus consecuentes disrupciones en la forma de hacer las cosas nos obliga diariamente a revisar no solo el cómo lo estamos haciendo, sino incluso, nos toca revisar lo qué somos en esencia.
Debemos mirarnos por dentro, hacernos una autopsia en vida y dibujar nuestro mapa genético organizacional otra vez, porque tal como lo plantea tajantemente el periodista argentino Andres Oppeheimer, es hora de innovar o morir.
Siguiendo el enfoque de Darwin que dice que el entorno influye en mutaciones genéticas que permiten a las especies adaptarse, las organizaciones también deben revisar su genética. En este caso, sus principios fundacionales y filosóficos. Eso implica, hacer la mutación que corresponde para adquirir las habilidades que antes no teníamos.

Organización
Nos encontramos muchas veces con organizaciones que se hacen llamar innovadoras como una suerte de maquillaje corporativo que luce bien en algunos espacios, pero que no se traduce realmente en una conducta orgánica. Es simplemente un enunciado vacío. Una falla de origen. Una cirugía plástica que corrige la forma pero no altera el gen.

El reto de avanzar

Lo primero que debemos preguntarnos como organización es que tan dispuestos estamos a asumir el reto de avanzar en un entorno impredecible. Si la respuesta es que sí se tiene la disposición y las ganas de sobrevivir y ponerse en lo alto de la cadena evolutiva, entonces hay que asumir la innovación como un gen más de nuestra cadena esencial de vida.
Una empresa verdaderamente innovadora asume el riesgo de que innovar es una actividad que le abre paso al futuro, pero no es su actividad del presente. Son dos piezas de un malabar que van girando sobre sí mismas para ver resultados.

Se puede innovar en tecnologías, en procesos o en productos, pero lo más importante es innovar en nuestra forma de pensar. Un equipo que aprende a pensar diferente, tendrá conductas y resultados diferentes.
Ya no somos los mismos porque ya nada es igual, por más que deseemos aferrarnos a las fórmulas del pasado que alguna vez fueron exitosas. Lo importante es percibir ese cambio, hacerse consciente y sencillamente aceptarlo. Cuando lo aceptamos lo metabolizamos.

Y de eso se trata, metabolizar la innovación como algo que ahora es intrínseco a la supervivencia, tanto como el respirar o el comer. Innovar es fácil, lo difícil es aceptar lo fácil que es.

 

Por: David Suárez / Consultor en Comunicación, Creatividad e Innovación – Twitter

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